sábado, 20 de abril de 2013

Usar y tirar



Vivimos en un mundo dónde el marketing y la publicidad dominan nuestras vidas. Todo aquello que era innecesario ahora es indispensable. Así nos han vendido la moto de que no podemos vivir sin un determinado producto y nos vemos envueltos en una espiral de consumo cada vez más fuerte. Uno de las razones de este consumismo compulsivo es el gran desarrollo tecnológico experimentado en el último siglo. Cada día se nos presentan productos nuevos que a su vez van cambiando con el paso del tiempo. Es decir, muy a menudo sale un nuevo producto que incorpora unas ventajas respecto al anterior, como por ejemplo los teléfonos móviles. Los ciudadanos mostramos constantemente esta dependencia y las empresas lo han aprovechado para sacar sus propios beneficios. Así nos encontramos frente al fenómeno conocido como obsolescencia programada, que se entiende como la planificación o programación del fin de la vida útil de un producto o servicio. Éste, después de un periodo de tiempo (calculado previamente por el fabricante), deja de funcionar y se vuele obsoleto o inservible.

La obsolescencia programada no es un concepto nuevo, sino que su origen se remonta a los años 1920 y 1930. Así, por ejemplo Bernand London fue pionero en su aplicación: intentó a través de la obsolescencia programada terminar con la gran depresión fomentado su aplicación por ley (idea que nunca triunfó). En 1924 los principales fabricantes de bombillas pactaron limitar la vida útil de éstas, reduciendo su uso a 1000 horas de duración. Tal pacto se conoció como Phoebus y aunque oficialmente nunca se aprobó, supuso el origen de la obsolescencia programada. Pero este concepto se popularizó con el diseñador industrial estadounidense Brooks Stevens en 1954: “Es el deseo del consumidor de poseer una cosa un poco más nueva, un poco mejor y un poco antes de que sea necesario”. Así se inicia la política de seducción al consumidor, que lo empuja a querer obtener nuevos diseños.

Un ejemplo de compañía que ha basado algunas de sus acciones en este tipo de prácticas es Apple. De hecho, la compañía fue demandada en Brasil el pasado año 2012 por el Instituto de Políticas y Derecho de Software, alegando que Apple hizo creer a sus clientes que estaban adquiriendo algo completamente novedoso (el Ipad 3), mientras que preparaban el lanzamiento de uno nuevo. Muchos consumidores denunciaron esta falta de transparencia por parte de Apple y a pesar de que sus Ipad 3 seguían funcionando, éstos quedaron totalmente obsoletos con el nuevo lanzamiento, por lo que algunos han catalogado esta práctica como otro tipo de obsolescencia programada.

Pero el problema de este fenómeno no sólo repercute en los consumidores, que ven como los productos que han adquirido dejan de tener valor o quedan inutilizados, sino que la obsolescencia programada deja también su huella en el medio ambiente. El consumo acelerado y masivo de productos está generando grandes cantidades de basura y de residuos, que en muchas ocasiones terminan en vertederos de países del tercer mundo. El reciclaje podría ser una posible solución, en cambio, incluso muchos de esos productos reciclados terminan su vida útil convirtiéndose en residuos de difícil eliminación.


Por otro lado, los partidarios de este tipo de práctica, afirman que la obsolescencia programada asegura el bienestar de la economía mundial y fomenta la investigación (base para el desarrollo humano). Así por ejemplo si las cosas durasen para siempre, la fabricación y la investigación se detendrían y no se generaría empleo, lo que produciría el hundimiento de la economía mundial, un hecho que en el mundo en el que vivimos hoy en día con el capitalismo imperando como regla absoluta, tendría consecuencias nefastas. ¿Cuáles serían entonces las posibles soluciones a este problema? ¿Un cambio de modelo económico y productivo? Las grandes compañías continúan llevando a cabo este tipo de prácticas injustas para los consumidores sin ningún tipo de represalia, y ¿por qué no se castigan este tipo de prácticas? La respuesta es sencilla, el mundo está dominado por los mercados, y son ellos quienes dirigen el rumbo de la mayoría de las acciones humanas. El mercado libre nos ha beneficiado en muchos aspectos pero también ha dado paso al monopolio y al control hegemónico de las grandes compañías que consiguen muchos de sus beneficios a costar de perjudicar a los más pequeños.

En este hecho, Internet está teniendo un papel muy importante, ya que ha fomentado su difusión, perjudicando así la imagen de las grandes compañías, como se puede ver en el siguiente vídeo:




También destaca el papel de denuncia social llevado a cabo por los medios de comunicación, que una vez más asumen el papel de representantes de los ciudadanos y muestran los abusos de este tipo de prácticas. Aquí os dejo la versión extendida del reportaje “Comprar, tirar, comprar” de Radio Televisión Española, estrenado en el año 2011, dónde se explica de forma detallada este fenómeno. 


Ana García Moreno.

4 comentarios:

  1. Irene González Toledo21 de abril de 2013, 9:26

    como bien nos explica Ana y gracias al famoso documental "Comprar, tirar, comprar" de RTVE, nos ha llegado este fenómeno. Es algo muy presente y se hace patente cada vez más en nuestra sociedad comsumista de por sí, pero que ve acrecentado este acto gracias a los numerosos ataques de la publicidad y marketing, los cuales tienen mayor o menos efectividad en función del público objetivo al que vayan dirigidos y también al engaño que cometen numerosas empresas al hacernos creer que su producto posee una duración determinada y en realidad, nos están engañando para que continuemos con ese circulo vicioso de consumo, con imparable y negativas consecuencias también para el medio ambiente, siendo ambas cosas altamente denunciables.

    En el documental se habla sobre las medias usadas por las mujeres, este producto se llegó a comercializar compuesto de un material casi indestructible. La imagen de una carrera en la media sería algo desconocido. Por lo tanto, las comsumidoras se apresuraron a comprar dicho producto y el negocio del fabricante pronto se vio en quiebra. Por ello, se comenzó a producir las medias de otro material que se deterioraba con más facilidad y dando dinámica a ese circulo del consumo. Es cierto que los comerciantes deben vivir de algo y obtener sus ganancias, pero no a costa de burlarse de los consumidores.

    Por mi parte, creo un auténtico engaño que nos encontremos sometidos a la obsolescencia programada pero lo veo aún peor cuando se nos somete y fuerza a comprar objetos que bien, podríamos no necesitar. Me explico, un usuario posee un horno y dentro de 10 años deja de fabricarse ese modelo para que así, a esos miles de usuarios, si se les rompe, compren otro nuevo en lugar de tener la oportunidad de cambiar la pieza rota y repararlo. Es un completo complot de la industria y debemos revelarnos contra ello.

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  2. Alba Rosa Cuesta Centeno21 de abril de 2013, 11:18

    Todos nosotros estamos inmersos en una sociedad de consumo donde cada vez es más necesario el empleo de aparatos tecnológicos para realizar tareas que nuestros antepasados realizaban sin necesidad de un intermediario electrónico. Y tal como se presenta en la entrada, cada vez somos más dependientes de ellos. Necesitamos estar a la moda y tener lo último en ordenadores, teléfonos móviles, aparatos reproductores de música, e-books o tablets.
    Y aunque es cierto que innovar en tecnología es avanzar en técnica y en modernas formas de trabajar, no todo son ventajas. Cuando consideramos que algo ya está anticuado o es inservible porque hay otro modelo más avanzado y con mayores recursos, cae en el olvido y se vuelve obsoleto. Y este concepto es curioso,pues ya no solo se relaciones con la necesidad de consumir otro producto porque el anterior ya no funcione o este deteriorado. Lo más impactante es que las mismas empresas sean capaces de reducir la capacidad técnica de ciertos aparatos con el objetivo de que estos dejen de funcionar antes de tiempo y el consumidor vea la necesidad de comprar otro nuevo. Ya no solo la empresa logra mayores beneficios, sino que además consigue que en el mercado se promocionen de manera más rápida los nuevos servicios que oferta, dándolos a conocer de forma más eficaz e instantánea.
    Las consecuencias de esta actividad son numerosas y muy negativas para sectores de la sociedad que por nivel económico no pueden adquirir todos los productos que salen al mercado, aumentando aun más la brecha que separa a estratos sociales en la actualidad. El consumismo hace que en ocasiones la concepción de caro o barato quede deteriorada, pues la competencia de las empresas provoca ascensos de precios en todos los productos novedosos, y el consumidor es capaz de gastar lo que la empresa decide imponer en el precio, por el mero hecho de estar a la moda y tener a su alcance todas las novedades del mercado.
    Y las repercusiones no son solo económicas y sociales, sino también culturales, pues la sociedad presenta un alto desarrollo tecnológico, donde las tradiciones o costumbres de las personas se ven cada vez más mediatizadas, lo cual se puede llegar a extender hasta el periodismo. Pasamos de recibir información en los medios de comunicación tradicionales a tenerlo al alcance de nuestro teléfono móvil.
    Y el medio ambiente no se ve fuera de los peligros que conlleva el consumismo acelerado, pues una mayor producción genera mayor concentración y expulsión de gases nocivos, además de que la mayoría de los aparatos electrónicos requiere un reciclado especial que en muchas ocasiones no realizamos.
    Un ejemplo sobre la importancia del reciclaje en teléfonos móviles se presenta en este vídeo donde se dan una serie de pautas sobre la importancia de su separación de los elementos de teléfono y los beneficios que el medio ambiente pueden tener a raíz de dicha actividad.

    http://www.youtube.com/watch?v=OPYTWVA_wOc

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  3. Alberto Solana Rodríguez1 de mayo de 2013, 6:25

    Una entrada muy clara y completa de la obsolescencia programada. Gracias a Internet y las redes sociales ya conocía este fenómeno creado por las grandes empresas para incentivar su perdurabilidad ilimitada en el mercado.
    Existe un amplio debate acerca de la obsolescencia programada, en mi opinión resulta negativa y su justificación de crear trabajo no me parece del todo real.
    El mundo avanza y la tecnología va mejorando,continuamente surgen nuevos productos que hacen de sus predecesores antiguallas pasadas de moda que acaban desapareciendo, de tal modo que una obsolescencia programada no es más que un método de lucro por parte de las multinacionales.
    Para finalizar y con respecto a la pregunta que lanza el video, mi caso particular de obsolescencia programada son los auriculares, cuya duración cada vez es menor y en pocos meses uno de ellos o ambos dejan de funcionar.

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  4. Natalia Gil Robles10 de mayo de 2013, 7:00

    Realmente fascinante el tema tratado y explicado por Ana. Conocía el término obsolescencia, lo que representaba dentro del mundo tecnológico, pero no en tanta profundidad como ahora, tras haber leído esta entrada.
    Todos somos conscientes, tanto los que dominamos menos el mundo de la informática como los profesionales y discípulos de ella, que actualmente el desarrollo tecnológico lleva un paso agigantado y cada vez va más rápido en cuanto a la fabricación de nuevos productos se refiere. Es muy habitual el comprar un ordenador o un teléfono móvil siendo el último modelo y el más avanzado y en cuestión de dichas quede tachado ya como “anticuado” porque existe en el mercado un producto que le supera en garantías. Este hecho es algo con lo que tenemos que aprender a convivir, pero hay personas que siempre quieren encontrarse “a la última” en cuanto a productos tecnológicos se refiere. Por ejemplo, muchos ciudadanos son capaces de cambiar de teléfono móvil así como de ordenador una vez al año. Ante tal hecho los grandes beneficiaros son tanto la empresa del producto como la tienda donde lo adquiere (a no ser que dicha comprar se haya realizado online) y, por supuesto, el propio individuo que ahora contará con la última novedad dentro de ese campo. Pero me temo que también existen desventajas, en primer lugar la economía de dicho usuario ya que normalmente un producto de este calibre no suele ser muy barato, y menos si se trata de “lo último”; pero dejemos este hecho para el criterio del individuo ya ha sido lo ha decidido bajo su propia voluntad. La desventaja que más debería preocupar a toda la sociedad, que en mi caso me preocupa, es, como tan correctamente ha explicado mi compañera, el daño que está provocando al medio ambiente. Habitualmente no somos conscientes de lo que éste representa para nosotros, o sí pero intentamos “hacernos los suecos” y apartar este gran problema a un lado sin que nos moleste lo más mínimo en el ritmo de nuestras vidas. Cada vez es mayor el daño que todos estamos causando al medio ambiente, y digo “todos” porque ninguno nos salvamos de contribuir a su destrucción. Nos resguardamos bajo el tópico “no será para tanto porque vivimos muy bien” y seguimos adelante con nuestros propósitos y proyectos porque, al fin y al cabo, es lo único que nos interesa. Creo que ya es hora de realizar una reflexión y comportarnos como las personas civilizadas que decimos que somos y actuar más a conciencia para poder conseguir un equilibrio más sostenible entre el mundo tecnológico y el medio ambiente, que estoy segura que lo hay.

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